enero 04, 2018

Enero 2. El inicio de año.

5:30 am.
Suena la alarma, parece que dormir temprano desde días antes funcionó bien, me siento renovada, ligera, dejé el hartazgo atrás, con ello, un par de historias laborales y emocionales tuvieron su final.

7:00 am
Llegué al gimnasio, decidida a correr para sacar esa porquería de energía que me restaba ganas, me trepé a la caminadora y media hora bastó para escuchar a mi cuerpo decir: ¡no me vuelvas a dejar en el olvido o te voy a estresar, el pobre estaba ahogado, correr es lo que le quita la sed y lo que le permite descansar.

9:00 am.
Puntual entré al trabajo, muy fresca, con la mente abierta para aceptar lo que no podría cambiar en ese día y con la fortaleza necesaria para dejar fluir los problemas que salen de mi alcance resolver.

4:00 pm.
Primer par de gritos del año, soy paciente la mayor parte del tiempo pero el dolor de cabeza me ganó la primera batalla y estallé.

7:00 pm.
Termina mi jornada de trabajo, no salgo muy orgullosa por los gritos que di, sin embargo, entendí que eran necesarios.

9:00 pm.
Arropada en casa, mis sobrinas se me lanzan con abrazos, inquietas ellas, me hacen jugar y me enseñan, a su manera, que su tarea es ser feliz, la mía debe fluir así también.


Rj.





agosto 25, 2007

Mi obsesión por Benedetti


Regresando de un viaje bastante extraño pero rico...

Y seguía leyendo a cada oportunidad...sí, así como cuando bebo agua de horchata de coco...

Resulta que Primavera con una Esquina Rota viene a mis manos en el preciso momento en que decido alejarme de todo y todos para retomar y reafirmar lo que quiero para mi vida...

De lo rescatable, claro para mí, es aquel párrafo en donde literalmente menciona que ""...es curioso pero el buen compañerismo no consiste siempre en hablar o escuchar, en contarnos las vidas y las muertes, los amores y los desamores, en narrarnos novelas que leímos hace mucho tiempo y ahora no tenemos a la mano, en discutir sobre filosofía y sus suburbios, en sacar conclusiones de experiencias pasadas, en analizar y analizarnos ideológicamente, en intercambiar las respectivas infancias o, cuando se puede, en jugar al ajedrez. El buen compañerismo consiste muchas veces en callar, en respetar el laconismo del otro, en comprender que eso es lo que el otro necesita en esa precisa y oscura jornada, y entonces arroparlo con nuestro silencio, o dejar que él nos arrope con el suyo, pero, y este pero es fundamental, sin que ninguno de los dos lo pida ni lo exija, sino que el otro lo comprenda por sí mismo, en una espontánea solidaridad. A veces una buena relación de enclaustramiento o reclusión, una relación que puede convertirse en amistad para siempre, se construye mejor con los silencios oportunos que con las confidencias intempestivas. Hay gente incluso que se considera tan obligada a intercambiar peripecias autobiográficas que hasta las inventa. Y no siempre se trata de mitómanos o mentirosos, que también los hay; a veces se inventa un episodio como una diferencia, como una cortesía al compañero, creyendo que con eso se le entretiene, o se le hace olvidar su desamparo, o se le extrae de un pozo de angustía, o con ello se le provocan nostalgias y se le enciende la memoria, y hasta se le contagia el virus del recuerdo-ficción.

Bicho raro el ser humano cuando está condenado a su propia soledad o cuando el castigo consiste en cotejarla cotidianamente con las respectivas soledades de uno o dos o tres prójimos cuya contigüidad no eligió ninguno de ellos..."


FIN.Porque sí, años después, lo viví.

Enero 2. El inicio de año.

5:30 am. Suena la alarma, parece que dormir temprano desde días antes funcionó bien, me siento renovada, ligera, dejé el hartazgo atrás, co...